El ultimátum de Elon Musk desata una ola de renuncias y acelera la crisis en Twitter
Otra semana, otro vendaval. La crónica de Elon Musk y Twitter ofertó un nuevo grado de magnitud, y le añadió otra dosis de incertidumbre al futuro de la red social. El magnate le otorgó un ultimátum a los empleados de la compañía que desencadenó un éxodo de la compañía, y luego empezó a rehabilitar cuentas suspendidas, dando los primeros pasos para consumar con su promesa de abrir la plataforma y reducir las limitaciones a favor de la independencia de expresión, un giro controvertido que halla resistencia política.
Centenares de empleados renunciaron el jueves luego de que Musk enviara un correspondencia electrónico a toda la compañía con una elección: o se comprometían a un nuevo Twitter 2.0 “extremadamente exigente”, o aceptaban un paquete de indemnización. “Esto implicará laborar largas horas a alta intensidad”, comentó Musk, según revelaron medios norteamericanos. “Solo un manejo excepcional constituirá un aprobado”, añadió. Musk puso una hora para admitir la oferta: las 17, hora del este estadounidense.
La contestación de varios empleados se observó, como correspondió a esperarse, en Twitter: saludos y mensajes de despedida, ciertos con una dosis de sarcasmo. Uno de los trabajadores, Matt Miller, subió un clip de video que filmó junto con un conjunto de trabajadores en el cual realizan una cuenta regresiva hasta la hora fijada por Musk para admitir su oferta. “Todos estamos por ser despedidos. He estado acá, 9 años y medio”, dice, anterior a empezar la contabilización regresiva. Una cuenta, @dmofengineering, divulgó aquel clip de video junto con diversos otros mensajes de despedida de la compañía.
“Mis amigos se fueron, se avecina una tormenta y no hay ningún incentivo económico. ¿Qué harías?”, tuiteó Peter Clowes un ingeniero que rechazó el ultimátum de Musk. Etiquetas como #TwitterMigration, o “MigraciónTwitter”, se volvieron tendencia.
Las primeras estimaciones internas de la compañía indicaban por lo menos 1200 renuncias, empero el número final era una incógnita. La compañía ya había limitado su planta de 7500 a 3700 empleados por un recorte draconiano ordenado por Musk. El magnate mandó un correspondencia desesperado: “Cualquiera que sepa redactar programa, por favor repórtese al 10º piso a las 2 PM hoy”, indicaba, según The New York Times.
A pesar de la ola de renuncias, Musk se enseñó tranquilo. “Los superiores se quedan, de esta forma que no estoy superpreocupado”, redactó en Twitter.
Empero la nueva crisis interna de la plataforma abandonó un hilo de dudas sobre cuál es la fuerza gremial real que queda en pie en la compañía, y si el brutal recorte del 50% en la planta que tomó la decisión de Musk apenas tomó el control de la organización sumado a estas últimas salidas no han dejado a la red social vulnerable, y frente a un serio peligro de afrontar un colapso. Al cierre del jueves, Musk regresó a celebrar por medio de su cuenta que la red había tenido otro récord de uso.
“¿Qué debe hacer Twitter próximamente?”, tuiteó este viernes.
Una compra complicada
Musk está bajo la lupa a partir de que asumió la conducción de Twitter al comprarla por 44.000 millones de dólares en una de las adquisiciones más controvertidas de los últimos años, con un monumental efecto político. Su primera semana en la organización ya fue caótica. La compra abandonó a Musk bajo una gigantesca presión financiera. Los analistas han colocado el costo de la organización más alrededor de los 25.000 millones de dólares, bastante por abajo del costo que pagaron Musk y sus inversores.
Los cálculos privados indican que Musk tendrá que costear cerca de 1000 millones de dólares solo en pagos de intereses anuales. Musk, propietario de SpaceX y Tesla, tomó préstamos por casi 13.000 millones de dólares, que deberán ser devueltos por Twitter, y no por él.
Apremiado por cortar las pérdidas de la red social y abonar su costosa compra, Musk recortó a la mitad la planta de empleados con despidos que recorrieron la red social y el planeta. La ola de despidos integró además el cierre temporal de cada una de las oficinas, y la suspensión del ingreso de cada una de las credenciales.
Una de las movidas que más sonido generó ha sido la elección de Musk de iniciar a cobrar 8 dólares al mes por la suscripción de “Twitter Blue”, que le ofrece a los usuarios el tilde azul distintivo de las cuentas verificadas. Musk hizo saber que el lanzamiento de aquel nuevo servicio quedó postergado para objetivos de noviembre. Y siguió adelante con sus planes de rehabilitar cuentas suspendidas por haber publicado mensajes que violaban las normas de contenidos de la organización. Musk abandonó latente la elección más esperada: la contabilización del expresidente Donald Trump.
Musk otorgó de esta forma los primeros pasos para consumar con su promesa de llevar a cabo una moderación más ligera en la plataforma para permitir una más grande independencia de expresión con la esperanza de que aquello atraiga más usuarios. Empero empresas civiles hicieron la prevención que aquello puede llevar a que prolifere el discurso de rencor, el racismo y la violencia. Una de las cuentas rehabilitadas ha sido The Babylon Bee, un lugar satírico conservador. “La elección sobre Trump no ha sido captada aún”, mencionó Musk, estirando el suspenso.